miércoles, 18 de noviembre de 2009

Mi confrontación con la docencia

Estimados compañeros, comparto con ustedes mi relato.
En el año de 1982 egresé como ingeniero agrónomo de la Universidad Autónoma de Nayarit, y en ese momento no tenía idea de que mi futuro se encontraría en la docencia. Tuvimos como padrino de generación a una persona que se comprometió a buscar apoyar a los mejores egresados con una plaza en la educación tecnológica cuyos planteles en aquel entonces se encontraban en expansión. El trámite tardó un poco, y en un momento me encontré con dos alternativas de trabajo: una emanada del compromiso anterior y resultaba ser una plaza de 24 horas como docente en el CBTA 132 del Poblado Morelos Empalme Sonora que lógicamente no conocía, y otra que se trataba de una plaza como técnico de campo en la entonces llamada Secretaría de Recursos Hidráulicos en mi natal Tepic, Nayarit. Esta situación me puso ante la disyuntiva de quedarme en mi tierra y laborar en lo que yo sentía que era lo mío (convertirme en un gran ingeniero agrónomo), o emigrar a Sonora y aventurarme en algo que yo creía que no era para lo que había estudiado, ya que de serlo así hubiese ingresado a la Escuela Normal Urbana donde 2 hermanos míos se habían graduado como maestros de educación primaria y por lo tanto ya conocía ese camino. Lo anterior me hizo recurrir al consejo y la experiencia de los mayores de la familia para decidir que sería lo más conveniente desde varios puntos de vista, y después de mucho meditar y con mucho dolor de corazón, hice maletas y un 7 de septiembre de 1982 abandoné mi tierra de origen con destino a un lugar que sin saberlo habría de convertirse en un pueblo entrañable para mí, que me ha dado más de lo que pude haberme imaginado, un preciado trabajo, una hermosa familia, grandes amigos, aceptable situación económica y un lugar importante en el pueblo donde todos me conocen como “el profe Beto”, y que por consecuencia se ha convertido en mi lugar de residencia y espero sea mi único lugar de trabajo.
Hoy tras 27 años de servicio en este mismo plantel donde he recorrido toda su estructura hasta llegar a ser director de 1991 a 2003, sin pensarlo puedo decir que me ayudaron a tomar la mejor decisión, que ser profesor ha sido una de las mejores cosas que me pudieron pasar en la vida, y más cuando lo eres en poblaciones pequeñas como la nuestra (2,500 habitantes), donde tienes la oportunidad si tú lo quieres de convertirte en alguien especial para la comunidad, en alguien que influya verdaderamente en un mejor desarrollo de la misma.
Trabajar con jóvenes de 15 a 18 o 19 años, es una enorme responsabilidad por la etapa de desarrollo que están atravesando y el conflicto de intereses que pasa por su mente, pero al mismo tiempo eso significa una gran oportunidad de llegar a ellos en un momento especial, en un momento en que tal vez requieren más de nuestra comprensión y apoyo, en que podemos ser guías y orientadores para su camino, y los jóvenes del área rural también son inquietos y tienen sus debilidades, pero cuentan con una nobleza incomparable que debemos aprovechar. Mi labor en educación media superior me ha dado grandes satisfacciones, me ha permitido compartir diferentes y muy agradables momentos con muchos estudiantes, que hoy en día me siguen encontrando y saludando con respeto y gran alegría.
Una de las mayores satisfacciones que he recibido como docente, es el saber que muchos de nuestros estudiantes hoy son hombres de bien, que muchos han concluido una carrera universitaria y hoy ocupan puestos de trabajo importantes o cuando nos encontramos con un nuevo grupo al inicio de clases y algunos estudiantes me dicen “profe., me dijo mi papá que lo saludara que usted fue su maestro y lo recuerda mucho”.
Las insatisfacciones quizás sean las menos y son esos momentos que no quiere uno conservar en su memoria, pero sí las he tenido y se presentan cuando existe la deserción de algún estudiante y uno siente que hizo poco o nada por impedirlo, o cuando sientes que tu esfuerzo no tiene el eco que tú esperabas en el aula, o aquellos momentos en que consideras que tú esfuerzo y dedicación no ha sido debidamente reconocida por autoridades superiores.
Sin embargo, si hoy alguien me pregunta en relación a esa decisión con la que inicié mi relato, solo le podría contestar que doy gracias a dios por haberme iluminado en ese momento, porque a pesar del dolor que me causó dejar el seno familiar, fui al encuentro de una nueva vida y de la profesión más maravillosa que pueda existir y que tantas satisfacciones me ha dado.
Espero sus comentarios, saludos a todos.

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